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| REPORTAJE: VACACIONES Y DESCANSO DOMINICAL |
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por Claudi Pérez, Infojobs.net |
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Con media España de vacaciones, hay algo sobre este periodo directamente relacionado con el mercado laboral que define muy bien lo que durante el Siglo de Oro vino a elevar la picaresca española a la categoría de género literario.
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Se trata de un práctica detestable pero muy extendida entre el empresariado: hacer contratos de once meses para que las vacaciones de agosto las pague la Seguridad Social. Los gobiernos socialistas ya denunciaron esta perversión del llamado Estado del Bienestar. Los populares tampoco han podido hacer mucho más que hacerlo público. Y las organizaciones patronales, en aspectos como este, tienden más bien a mirar hacia otro lado. Cosas del verano.
Hay una vuelta de tuerca aún más reprobable relacionada con esta actitud. Se trata de hacer, sistemáticamente, contratos de cinco días para no tener que pagar las cotizaciones por el fin de semana. Es casi rizar el rizo: una especie de fraude legal que difícilmente puede tener castigo más allá de los terrenos de la ética empresarial. En último término, estadísticas en mano, un aspecto más que explica la elevada temporalidad del mercado laboral español, una realidad muy poco alentadora que, lejos de remitir con las sucesivas reformas laborales, se consolida año tras año.
La española es la tasa de temporalidad más alta de la Unión Europea: un 30,7% de los hombres y un 34,6% de las mujeres están sujetos a contratos de duración limitada, con consecuencias que llevan incluso asociadas consideraciones sociológicas nada favorables para el modelo español. Le sigue a más de diez puntos Portugal (20% de temporalidad), Finlandia (18%) y Francia (15%), pero lo normal es encontrar las tasas de los Quince por debajo del 10%. Se trata, en conclusión, de una forma de precariedad muy extendida y que no tiene visos de remitir, al menos a corto plazo. Ni siquiera en verano.
Y con el verano y las vacaciones de por medio, una cosa más que ha puesto de manifiesto un estudio reciente de la Unión Europea: contrariamente a lo que se piensa, el domingo no es un día de descanso. O al menos cada vez lo es en menor medida. Cuatro de cada diez trabajadores europeos trabaja con regularidad o de forma ocasional los sábados y dos de cada diez lo hace también los domingos. La terciarización –palabreja relacionada con la importancia creciente del sector servicios en la economía—y la flexibilidad del mercado de trabajo están acabando con el descanso dominical.
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