Venezuela:

Sobre la polémica que se ha generado acerca de impartir formación religiosa evangélica en las escuelas publicas, ¿qué nos puede decir?


Frente a la compleja problemática educativa en Venezuela, el Estado parece haberse convertido en un Leviatán, que lejos de encontrar soluciones eficientes, ha crecido desmesuradamente sin poder armonizar sus funciones con las transformaciones que experimenta la sociedad.

No obstante, experiencias como la valiosa obra educativa de Fe y Alegría muestran que sí se puede construir en positivo a pesar de las dificultades. El padre José María Vélaz, s.j. , fundador de esta organización, comprendió claramente la importancia que tiene la educación como una de las vías más eficientes para permitir que el ser humano sea agente de su propio desarrollo y bienestar. Ya que de otra manera el individuo es preso de su propia ignorancia. Desde ese entonces, la obra de Fe y Alegría ha ido creciendo hasta el punto de atender, hoy en día, a más de 251.290 alumnos en el país.

Realmente es sorprendente y muy alentador observar cómo un esfuerzo que surgió en Venezuela, ha ido creciendo y extendiéndose con más de 668 centros por toda la América Latina. Siempre intentando encontrar los mecanismos educativos más adecuados y adaptándolos a las cambiantes realidades políticas, económica y sociales. Esta labor por demás loable es un ejemplo sobre cómo se puede con trabajo y responsabilidad construir en positivo.

Una conversación con el actual Director General de Fe y Alegría, Jesús Obregozo, s.j. con el editor de Venezuela Analítica, Emilio Figueredo y quien subscribe Julia Márquez, permite conocer un poco más a fondo esta magnífica obra de Fe y Alegría, de la cual los venezolanos nos sentimos tan orgullosos.

Creo que hay más alboroto que realidad. Desde el año 95 está firmado un convenio con las iglesias evangélicas. No era de extrañarse que en algún momento hubiera una acción de estas. Lo que puede haber también es un incremento de unas propuestas proselitistas de las escuelas, de las que habría que cuidarse. Puede haber también un deseo de equiparación de igual a igual con los católicos. Y sobre todo una equiparación de la ayuda del Estado venezolano a las iglesias o en concreto a la educación. Yo creo que si ellos cumplen con todos los requisitos que establecen los decretos de subvención, con las cautelas y supervisiones de rigor, está bien.

En ese sentido, no tenemos que alarmarnos. Yo si creo que tenemos que alarmamos por ese 50 por ciento de muchachos que están fuera de la escuela. De eso si tenemos que sorprendernos. Por ejemplo, la deserción en las escuelas de Fe y Alegría se reduce drásticamente. En séptimo es de 2,62 por ciento, cuando el nacional es el 11 o 12 por ciento. La diferencia asusta.



Julia Márquez



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